14 poemas de amor por ilustres poetas
Miguel de Cervantes decía: «La poesía es una bellísima doncella, casta, honesta, discreta, aguda, retirada, y que se contiene en los límites de la discreción más alta. Es amiga de la soledad, las fuentes la entretienen, los prados la consuelan, los árboles la desenojan, las flores la alegran, y, finalmente, deleita y enseña a cuantos con ella comunican». No le faltaba razón al escritor.
Hay cientos de poemas sobre diversos temas: los recuerdos de la infancia, la muerte, la soledad, la tristeza; pero como nos gusta quereros bien en Libreando Club, hemos decidido hacer una recomendación de 14 poemas de amor escritos por ilustres poetas.
POEMA V (CATULO)
Vivamos, Lesbia mía, y amémonos.
Que los rumores de los viejos severos
no nos importen.
El sol puede salir y ponerse:
nosotros, cuando acabe nuestra breve luz,
dormiremos una noche eterna.
Dame mil besos, después cien,
luego otros mil, luego otros cien,
después hasta dos mil, después otra vez cien;
luego, cuando lleguemos a muchos miles,
perderemos la cuenta, no la sabremos nosotros
ni el envidioso, y así no podrá maldecirnos
al saber el total de nuestros besos.
AMORES - LIBRO I - IX (OVIDIO)
Soldado es todo enamorado y Cupido tiene su propio campamento;
Ático, créeme, soldado es todo enamorado.
La edad que es adecuada para la guerra, lo es también para el Amor.
Fea cosa es un soldado viejo, fea cosa el amor de un viejo.
Los ánimos que los jefes buscan en un soldado valiente,
son los que busca una bella joven en el hombre que le acompaña.
Hacen vela los dos, en tierra descansan uno y otro,
uno guarda la puerta de su dueña, el otro la de su general.
El deber de un soldado es el largo camino. Envía tú lejos a una joven: el valiente amante la seguirá al fin del mundo. […]
¿Quién, a no ser un soldado o un amante soportará los fríos de la noche y las nieves mezcladas con la tupida lluvia?
Se envía a uno a espiar al enemigo; el otro pone en su rival
sus ojos como si fuera un enemigo.
Aquél asedia poderosas ciudades, éste el umbral de la amada altiva, éste rompe puertas, pero aquél entradas […]
Yo mismo era perezoso y nacido para el indolente ocio;
el lecho y la penumbra habían ablandado mi ánimo;
las cuitas por una hermosa muchacha despertaron al cobarde
y le ordenaron ganarse la soldada en el campamento.
Desde entonces me ves ágil y dispuesto a las luchas nocturnas
¡El que no quiera convertirse en un vago, que ame!
CÚBREME, AMOR (RAFAEL ALBERTI)
Cúbreme, amor, el cielo de la boca
con esa arrebatada espuma extrema,
que es jazmín del que sabe y del que quema,
brotado en punta de coral de roca.
Alóquemelo, amor, su sal, aloca
Tu lancinante aguda flor suprema,
Doblando su furor en la diadema
del mordiente clavel que la desboca.
¡Oh ceñido fluir, amor, oh bello
borbotar temperado de la nieve
por tan estrecha gruta en carne viva,
para mirar cómo tu fino cuello
se te resbala, amor, y se te llueve
de jazmines y estrellas de saliva!
DOS CUERPOS (OCTAVIO PAZ)
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.
Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.
HAY OJOS QUE MIRAN, HAY OJOS QUE SUEÑAN (MIGUEL DE UNAMUNO)
Hay ojos que miran, -hay ojos que sueñan,
hay ojos que llaman, -hay ojos que esperan,
hay ojos que ríen -risa placentera,
hay ojos que lloran -con llanto de pena,
unos hacia adentro -otros hacia fuera.
Son como las flores -que cría la tierra.
Mas tus ojos verdes, -mi eterna Teresa,
los que están haciendo -tu mano de hierba,
me miran, me sueñan, -me llaman, me esperan,
me ríen rientes -risa placentera,
me lloran llorosos -con llanto de pena,
desde tierra adentro, -desde tierra afuera.
En tus ojos nazco, -tus ojos me crean,
vivo yo en tus ojos -el sol de mi esfera,
en tus ojos muero, -mi casa y vereda,
tus ojos mi tumba, -tus ojos mi tierra.
TE DESNUDAS (JAIME SABINES)
Te desnudas igual que si estuvieras sola
y de pronto descubres que estás conmigo.
¡Cómo te quiero entonces
entre las sábanas y el frío!
Te pones a flirtearme como a un desconocido
y yo te hago la corte ceremonioso y tibio.
Pienso que soy tu esposo
y que me engañas conmigo.
¡Y como nos queremos entonces en la risa
de hallarnos solos en el amor prohibido!
(Después, cuando pasó, te tengo miedo
y siento un escalofrío).
TE OFREZCO (PAUL VERLAINE)
Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas,
mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla;
no quieran destrozarlo tus manos cariñosas,
tus ojos regocije mi dádiva sencilla.
En el jardín umbroso mi cuerpo fatigado
las auras matinales cubrieron de rocío;
como en la paz de un sueño se deslice a tu lado
el fugitivo instante que reposar ansío.
Cuando mis sienes calme la divina tormenta,
reclinaré, jugando con tus bucles espesos,
sobre tu núbil seno mi frente soñolienta,
sonora con el ritmo de tus últimos besos.
TE QUIERO (JULIA DE BURGOS)
Te quiero...
y me mueves el tiempo de mi vida sin horas.
Te quiero
en los arroyos pálidos que viajan en la noche,
y no termina nunca de conducir estrellas a la mar.
Te quiero
en aquella mañana desprendida del vuelo de los siglos
que huyó su nave blanca hasta el agua sin ondas
donde nadaban tristes, tu voz y mi canción.
Te quiero
en el dolor sin llanto que tanta noche ha recogido el sueño
en le cielo invertido en mis pupilas para mirarte cósmica,
en la voz socavada de mi ruido de siglos derrumbándose.
Te quiero
(grito de noche blanca...)
en el insomnio reflexivo
de donde ha vuelto en pájaros mi espíritu.
Te quiero...
Mi amor se escapa leve de expresiones y rutas,
y va rompiendo sombras y alcanzando tu imagen
desde el punto inocente donde soy yerba y trino.
SI ME QUIERES, QUIÉREME ENTERA (DULCE MARÍA LOYNAZ)
Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana
abierta!
Si me quieres, no me recortes:
¡quiéreme toda… o no me quieras!
LA CITA (DELMIRA AGUSTINI)
En tu alcoba techada de ensueños, haz derroche
de flores y de luces de espíritu; mi alma
calzada de silencio y vestida de calma,
irá a ti por la senda más negra esta noche.
Apaga las bujías para ver cosas bellas;
cierra todas las puertas para entrar la ilusión;
arranca del misterio un manojo de estrellas
Y enflora como un vaso triunfal tu corazón.
¡Y esperarás sonriendo, y esperarás llorando!...
cuando llegue mi alma, tal vez reces pensando
que el cielo dulcemente se derrama en tu pecho...
Para él, amor divino, ten un diván de calma
o con el lirio místico que es su arma, mi alma
Apagará una a una las rosas de tu lecho.
¿DE QUÉ MODO TE QUIERO? (ELIZABETH BARRET BROWNING)
¿De qué modo te quiero? Pues te quiero
hasta el abismo y la región más alta
a que puedo llegar cuando persigo
los límites del Ser y del Ideal.
Te quiero en el vivir más cotidiano,
como el sol y a la luz de una candela.
Con libertad, como se aspira al Bien;
con la inocencia del que ansía gloria.
Te quiero con la fiebre que antes puse
en mi dolor y con mi fe de niña,
con el amor que yo creí perder
al perder a mis santos… Con las
lágrimas
y el sonreír de mi vida… Y si Dios quiere,
te querré mucho más tras la muerte.
ENTRE TUS BRAZOS (IDEA VILARIÑO)
Entre tus brazos
entre mis brazos
entre las blandas sábanas
entre la noche
tiernos
solos
feroces
entre la sombra
entre las horas
entre
un antes y un después.
¡OH, CUÁL TE ADORO! (CAROLINA COLORADO)
¡Oh, cuál te adoro! con la luz del día
tu nombre invoco apasionada y triste,
y cuando el cielo en sombras se reviste
aún te llama exaltada el alma mía.
Tú eres el tiempo que mis horas guía,
tú eres la idea que a mi mente asiste,
porque en ti se concentra cuanto existe,
mi pasión, mi esperanza, mi poesía.
No hay canto que igualar pueda a tu acento
cuando tu amor me cuentas y deliras
revelando la fe de tu contento;
Tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
y quisiera exhalar mi último aliento
abrasada en el aire que respiras.
ODA A AFRODITA (SAFO DE LESBOS)
¡Tú que te sientas en trono resplandeciente,
inmortal Afrodita!
¡Hija de Zeus, sabia en las artes de amor, te suplico,
augusta diosa, no consientas que, en el dolor,
perezca mi alma!
Desciende a mis plegarias, como viniste otra vez,
dejando el palacio paterno, en tu carro de áureos atalajes.
Tus lindos gorriones te bajaron desde el cielo,
a través de los aires agitados por el precipitado batir de sus alas.
Una vez junto a mí, ¡oh diosa!, sonrientes tus labios inmortales,
preguntaste por qué te llamaba, qué pena tenía,
qué nuevo deseo agitaba mi pecho,
y a quién pretendía sujetar con los lazos de mi amor.
Safo, me dijiste, ¿quién se atreve a injuriarte?
Si te rehúye, pronto te ha de buscar;
si rehúsa tus obsequios, pronto te los ofrecerá él mismo.
Si ahora no te ama, te amará hasta cuando no lo desees.
¡Ven a mí ahora también, líbrame de mis crueles tormentos!
¡Cumple los deseos de mi corazón, no me rehúses tu
ayuda todopoderosa!
Lamento:
Dulce madre mía, no puedo trabajar,
el huso se me cae de entre los dedos
Afrodita ha llenado mi corazón
de amor a un bello adolescente

Esperamos de todo corazón que hayas disfrutado de esta selección de 14 poemas de amor escritos por los mejores poetas de la historia. Ahora que ya los conoces, úsalos bien.
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